Soy un activista político, parte de una minoría semicriminalizada. En mis años mozos participé abiertamente en el debate público y, como consecuencia, sufrí el acoso de los organismos gubernamentales. Más tarde intenté ocultar mi identidad, pero descubrí que mi gobierno tiene poderes sorprendentemente amplios para localizar a los disidentes. Sólo utilizando medios anónimos, entre los que Tor es clave, puedo hacer llegar mi mensaje sin que la policía venga a "revisar mis papeles" en mitad de la noche.

Tor me permite la libertad de publicar mi mensaje al mundo sin ser perseguido personalmente por ello. Ser disidente ya es bastante difícil, la privacidad ya está muy restringida, así que la comunicación anónima es una bendición.

Stanislava es un seudónimo. Esta es una historia anónima enviada por un usuario de Tor.

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